EL VUELO DEL ALCAUDÓN
Volaron alto pero su vuelo fue breve. Eran buenos músicos, componían buenos temas, pero… Siempre hay un pero. No triunfaron pero dejaron huella. Pese a su escaso legado discográfico Alcaudón está considerado como uno de los mejores grupos de su generación. Lo integraban el vocalista Miguel Ángel Vela, el guitarrista Juan Antonio García Vals, el bajista Miguel Lozano, el teclista Luis Martín y el batería Miguel Ángel Pérez. Vals era el más veterano y experto, pues ya había tocado en el grupo Damma. Lozano y Pérez tenían dieciséis años cuando empezaron. Durante el tiempo que Vela estuvo en la mili el cantante del grupo fue Gerardo Herrera, viejo conocido de García Vals en Damma. El grupo se formó en 1981 y se disolvió en 1987.
Eran de Aluche, donde los vi por primera vez. El barrio celebraba sus fiestas. Era el verano de 1984, su año de gloria. Tocaban como teloneros de Sobredosis y Topo. Llegaban de ganar en la categoría de rock duro el VII Festival Villa de Madrid, donde les dieron 300.000 pesetas y la oportunidad de grabar un disco con las dos bandas finalistas, Criba y Ático. Un vinilo que conseguí y que escuché infinidad de veces. El País se hizo eco de aquella final, quizás porque los que cerraban el cartel de aquel 15 de junio de 1984 en el campo del Moscardó eran The Damned. La crónica de Santiago Alcanda muestra bastante desprecio por las bandas participantes. De hecho, a Alcaudón, que ganó, les dedica apenas una frase. Era muy propio de aquel diario, en aquella época, menospreciar el heavy. Sí cuenta Alcanda que el fallo del jurado fue recibido con abucheos. No precisa si se refiere al triunfo de Alcaudón o de La Frontera, que fueron los que ganaron en la categoría de pop. Alcaudón tocó ese día dos temas, “Amante” y “Víctima del amor”, que no eran los más conocidos de su repertorio.
En aquel concierto en el parque de Aluche ya mostraron su buen directo. Temas como “No es tarde”, “La noche de las walkirias” y su gran himno, “El vuelo del Alcaudón”, quedaron grabados en mi memoria. Ya contaban con una nutrida legión de seguidores. A mí me encantaron. Su cantante, Miguel Vela, con gafas de sol y el pelo corto pues acaba de cumplir el servicio militar, recordaba a Graham Bonnett, que había grabado un enorme disco con Rainbow (“Down to earth”) y luego formó Alcatrazz, banda con la que se compararía mucho a Alcaudón. Luego tocaron Sobredosis, que tenía un himno “Alíate”, muy famoso en aquel Madrid ochentero. Cerraban -y aquel día no fue una excepción- sus actuaciones con una versión del “Doctor, doctor” de UFO. A Topo no pudimos verlos, porque había que volver a casa y el metro, entonces, cerraba a la una y media de la noche. Imposible quedarse.
Ese mismo verano tuve la oportunidad de verlos otra vez, esta vez en mi barrio, Chamberí, en las fiestas del Carmen. Tocaron ellos solos en un polideportivo cercano a los Jardines del Canal. Sonaron igual de bien y me gustaron todavía más. En aquel Madrid era muy habitual que los grupos hicieran giras por las fiestas de los barrios. Era un circuito estival que daba de comer a las bandas y que permitía a los aficionados asistir a conciertos con cierta asiduidad. Además, eran gratuitos. Los grupos extranjeros no siempre se dejaban caer y el precio de las entradas los hacía muchas veces inalcanzables.
El siguiente paso de Alcaudón fue entrar en los estudios de grabación, junto con Criba y Ático. Estos últimos incluyeron en la grabación una canción, “Larga vida al rock and roll”, que se conviertió en otro himno de la época. Mariano García, en su “Disco Cross”, lo pinchaba muy a menudo. En aquel vinilo, Alcaudón incluyó “No es tarde”, “El vuelo del Alcaudón” y “La noche de las walkirias”. Una terna imbatible. El premio del triunfo en el Villa de Madrid incluía la grabación de un videoclip, que se
realizó en el Teatro Español. El tema eleido fue “No es tarde”. También actuaron en el programa “Aplauso” de TVE, donde interpretaron “El vuelo del Alcaudón”. Aparecer en la única letevisión que entonces existía suponía un importante espaldarazo. Todo pintaba bien.
Pero no funcionó.
Las causas pueden ser muchas: el circuito de conciertos era restringido. Era de carácter muy local salvo para los grupos más importantes. Las ventas de los discos de heavy, salvo las bandas extranjeras y algunas excepciones nacionales, no eran notables. Las compañías no apostaban, no promocionaban, no se preocupaban. Vendían más otras tendencias y con ellas se volcaron con otras tendencias.
Por eso Alcaudón, tras aquel vinilo compartido, recurrió a una compañía independiente, Bangla Desh, con la que editó en 1986 un EP, que hoy es una pieza muy codiciada. Fue reeditado en 2009 por Leyenda Records en un disco compacto que incluía los tres temas del vinilo del Villa de Madrid y ocho temas en directo grabados en la madrileña sala Argentina en noviembre de 1984. También está descatalogado ya.
Hubo un disco posterior, “Homenaje”, editado con Sniff Records en 1987. El grupo transitaba otros estilos, más cercanos al jazz-rock. Tras este trabajo, Miguel Vela dejó la música y el grupo acabó por languidecer. En 1985 se disolvió. Lozano y Pérez se unieron en principio a Ñu. El resto siguieron otros caminos, dentro, eso sí, de la música. Alcaudón era ya historia. Nacía la leyenda.
Autor: Jesús Rubio
En aquel villa estuvimos luchando por destacar pero antes de salir ya estaba el pescado vendido...siempre agradeceré su apoyo al gran Mario Escaso, por cierto mi grupo se llamaba Walkiria éramos de la Elipa.
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